La historia de Inés Rosales y de sus Tortas de Aceite es un emocionante relato de cómo se ha combinado tradición e innovación. Descubre la historia de este dulce de enorme valor que ha juntado generaciones desde 1910.
La historia de INES ROSALES se remonta a 1910 cuando una joven y emprendedora mujer de Castilleja de la Cuesta (pueblo del Aljarafe sevillano a muy pocos kilómetros de Sevilla) llamada Inés Rosales Cabello comenzó a elaborar unos dulces tradicionales de la zona llamados “Tortas de Aceite”.
Con la ayuda de mujeres de la localidad comenzó a vender sus tortas una a una en el cruce de caminos de La Pañoleta y en la antigua estación de trenes de Sevilla transportándolas en canastos de mimbre. Desde estos dos puntos estratégicos los viajeros se las llevan a sus lugares de destino y en poco tiempo se fueron extendiendo por toda España dando lugar a “Las Legítimas y Acreditadas tortas de INES ROSALES”.
Inés Rosales se convierte en un emblema de Sevilla y el primer producto manufacturado de pastelería que se comercializa fuera de su propio obrador. Existen testimonios de sevillanos residentes fuera de su ciudad natal, Sevilla, que expresan un sentimiento común de alegría en el recuerdo de la Tortas de Aceite de INES ROSALES.
Este hecho hace que forme parte de la memoria sentimental e histórica de algunas generaciones.
Dada la buena acogida, con el tiempo la producción aumentó mucho y el negocio precisó habilitar una fábrica como tal, en la que trabajaban más de diez personas a sueldo en turno intensivos
Sin embargo, en 1934 Inés Rosales fallecería prematuramente. Tenía 42 años y había logrado un éxito impensable, pero dejaba el mundo bastante antes de lo previsto. Tras la muerte inesperada se hace cargo un familiar, «el Tito», sería el encargado de tomar las riendas de la empresa y afrontar una de sus épocas más duras, hasta que lo releva el hijo de Inés.
En la década de los 50 se incorpora a la gestión de la empresa el hijo de Inés Rosales, Paco Adorna Rosales. En España no despegó más o menos a partir de 1955.
Inés Rosales vendió tanto como en los felices años 20. Por aquella época también se introducirían importantes mejoras en la empresa, como el cambio de los viejos hornos de leña por unos de gasoil, o la modernizaron de algunos aspectos de los procesos de amasado y cocción. Asimismo, la marca introducirá nuevos productos además de la tradicional torta de aceite, como la torta de polvorón, la de almendra o la bizcochada.
En definitiva, el desarrollo durante las siguientes dos décadas impulsó extraordinariamente el negocio de Inés Rosales, que ya sin discusión se había convertido en uno de los grandes fenómenos reposteros de todo el país.
La empresa es vendida a un grupo de inversores, sin éxito. En 1985, cuatro accionistas relacionados con el sector, compran la Compañía. Un chiclanero que dio la vuelta al mundo como oficial de marina mercante, Juan Moreno Tocino, reflota la marca centenaria y asume la Dirección.
Comienza la fabricación en proceso continuo de las Tortas de Aceite. En 20 pacientes años devolvería la empresa a la vanguardia, multiplicando sus ventas, consolidando su prestigio de marca clásica.