Crackers que ofrecen un ‘crujío’ perfecto y sabores auténticos.
A veces no hay mejor antesala para el sentido del gusto que una señal que llega a través del oído. Se trata de un sonido peculiar, intenso y breve, que no va acompañado de palabras y que precisamente tiene ese efecto último en ti: el de dejarte sin ellas.
Esta combinación entre ambos sentidos, que tantas alegrías deparan a comensales de aquí y de allá, no es más que el punto final de un camino escrito a través de la artesanía.
Y es que todos y cada uno de los productos que componen la línea ‘Crujío’ de Inés Rosales hablan por sí solos. O dicho de otro modo: son tan buenos que están que la rompen.
En este grupo tan selecto no entra cualquiera: es necesario demostrar cada día estar hecho de otra pasta, con ingredientes de primera división. En definitiva -sin abandonar los términos deportivos- demostrar ser un verdadero ‘crack’.